Salida senderista a la cascada del Nonaya, Salas...salimos para coger la autopista en Tabaza, después de coger el último pasajero residente en Cancienes (Corvera), camino de Uviéu para luego dirigirnos a Grao, allí vamos a visitar el mercao dominical. Uno de Avilés dice ¿no vamos por la carretera de Avilés a Grao? El que conduce dice pues es verdad... podíamos ir por allí, es un recorrido guapo de pueblos y paisajes, pero antes pensó en distancias y tiempos más cortos. Es a lo que nos habituamos hoy en día, en ahorrar tiempo y distancias sin saber muy bien el porqué, como un uso social interiorizado. Aún hay tiempo para dar la vuelta en la salida de Montico, dice el conductor, bueno, déjalo, le dicen, qué más da.
Es lo que tienen las autopistas, no tienen mucha historia que contar, unen poco más que dos extremos, uno de entrada y otro de salida, así que llegamos a Grao, Grado en el futuro, pues están empeñados en llamarlo así, no se encuentra ni un solo indicativo en la ciudad, ni un cartel publicitario que lo llame de otra manera.
Quizás sea el mercao moscón del domingo el mercao más grande de Asturies hoy en día, mayor que el del jueves o el sábado de Uviéu o que el lunes en Avilés. Extenso y bulicioso, variadas mercancías de todo tipo, ropas, libros, fierros... donde no falta una exuberante representación de los productos de la tierra, espléndidas hortalizas y verduras llenas de vida ajenas al maquillaje insípido e inodoro de los grandes superficies comerciales, quesos, panes y una suculenta variedad de empanadas, dulces... Otras tiendas adyacentes, establecimientos hosteleros, ofrecen servicios complementarios a los visitantes del mercao moscón, todo un gran centro comercial en las calles de una ciudad, al aire libre, que no entiende de seguridad ni sus vigilantes, hecho para el disfrute de los sentidos, la comunicación y el encuentro de las gentes.
Nos tomamos unos cafés antes de partir a la ruta y nos compramos unos dulces para el postre. Salimos del mercao, ya por las calles de Grao vemos las amenazas que quizás pronostiquen la definitiva extinción de este comercio autóctono surgido del pueblo, de sus gentes, multitud de locales cerrados, de establecimientos hosteleros que una vez dieron servicio a los visitantes que acudían a esta, en su momento, populosa villa, atraídos desde Avilés, Salas, Tineo, Pravia, Belmonte... qué pena, como mueren nuestros pueblos, convertidos en el mejor de los casos en simples dormitorios. Hoy los moscones y los nuevos residentes, quizás carbayones expulsados por la carestía de la vivienda y por la facilidad de la nueva autopista, son fieles clientes de las grandes superficies comerciales que inundan nuestra tierra, desestructuran el comercio local y contribuyen a la escalada de los precios, gracias a nuestro empeño de consumir en estos desquiciados establecimientos modernos.
Llegamos a Salas, inicio de la ruta, recorremos las históricas calles, de un pueblo de aspecto cadavérico y aún más agonizante que Grao. Qué recuerdos... cuando la gente en su día iba camino de Galicia porque elegía la “nacional del interior” ante las innumerables y vomitivas curvas de la “nacional costera”, Salas era un punto de paso obligado, con gran movimiento de gente, con comercio atraído ante esta afluencia, muchos eran los turistas que recorrían sus calles, visitaban sus edificios históricos, aquello parece un sueño. Una nueva herida sobre las vistas de la ciudad, la de los viaductos de la autovía de Grao a La Espina, parece acentuar la marginalidad en que quedará sumido este pueblo. Cuando la ciudadanía asturiana y, sobre todo, su apoltronada clase política, reclama con vehemencia grandes infraestructuras, de autovías y aves, convendría realizar una visita a ciertos lugares de nuestra geografía para apreciar los resultados de estas obras y, quizás así, producir juicios más sosegados.
Poco cariño, aprecio por la tierra... es lo que pudimos apreciar en el inicio de la ruta hacia la cascada del Nonaya, es el nombre del río que pasa por el pueblo, de color tierra este día y no por las lluvias, sino por los sedimentos derivados de las obras de la autovía. Qué pena el paseo del río por el pueblo, quizás acondicionado por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y con el beneplácito de la Administración del Principado, lo dejaron sin árboles, desapareció todo humero, salguero, fresno, sabugo, lloreu... que podría crecer por allí y los sustituyeron por raquíticas... zrezales!!! que no sabe uno si reír o llorar, riámonos pues es lo que aconseja la moderna psicología para una vida plena y positiva.
La ruta atraviesa el pueblo y sigue el Camino de Santiago, como así lo atestiguaron varios peregrinos con mochila y vieira que nos sobrepasaron con andar ligero quizás con destino al próximo albergue de Tinéo. Un camino que sale de Salas sin asfaltar, varios kilómetros, quizás en su tiempo fuera vía principal, así explicaría la existencia de algunos puentes de piedra que carteles identificativos dicen estar construidos entre los siglos XVII y XVIII. El paisaje que recorremos da la sensación de que estuviéramos en un entorno cercano a sitios como Avilés, pudiera ser por las frecuentes plantaciones de ocalitos que rivalizan con manchas de bosque mixto autóctono. Un espacio más bien umbrío donde abundan diversas especies de musgos y pteridófitos, quizás motivado por la presencia de la sierra de Bodenaya, dominante sobre Salas, al sur de la ruta. En esta sierra recientemente instalaron aerogeneradores.
Nos pasamos del camino que nos dirigía a la cascada y seguimos el Camino de Santiago, apareciendo en la antigua carretera nacional, barruntábamos que no íbamos bien así que revisamos el mapa que nos dieron en la Oficina de Turismo de Salas, instalada en el lujoso Palacio de Valdés Salas, donde un compañero nos aseguró que se comía de maravilla en el restaurante que también se aloja en este medieval-renacentista construcción. Un conductor que nos debió ver devoción al apóstol nos pitó y nos hizo señas para que fuéramos camino de Galicia. Estudiando las curvas de nivel y algún edificio singular (quien no estuvo allí nunca sabrá hasta qué punto era singular
) de la zona decidimos retroceder los pasos y al fin encontramos el camino de acceso que se separaba a la derecha del camino, poco antes de uno de esos puentes postbarrocos-preilustrados.
Es una cascada pequeña casi oculta entre la arboleda, allí hicimos fotos del torrente y sobre el singular crecimiento en estrella de unos helechos. Nos fijamos en la magnitud del impacto de las obras de la autovía, nos hundíamos en un fango de sedimentos que quizás haya aniquilado gran parte de la vida fluvial aguas abajo.
Por el camino comenzó a llover tras un día agradable, incluso de radiante sol por la mañana. De vuelta a casa nos olvidamos de autopistas y nos lanzamos a la aventura de conocer caminos poco transitados, atravesando desde Curniana el concejo de Candamo y dirigiéndonos hacia la carretera de Grao a Avilés, allí nos enteramos por una pancarta que el 7 de junio será el Festival de la Fresa de Grullos, con lo que convenimos planificar una ruta senderista por la zona, quizás en el cercano concejo de Yernes y Tameza, con parada obligada en Grullos para degustar sus fresas. Seguimos por la solitaria carretera de Avilés, qué diferencia con algunas pocas décadas cuando los coches, de la quinta del 124, el 127, el simca... hacían hasta caravanas hacia Grao o Avilés, jóvenes en busca de la movida moscona o no tan jóvenes, con sus familias, a pasar el día o acudir al mercao, recuerdos de una famosa fuente junto a la carretera subiendo a La Reigada, donde casi era parada obligada a beber o para recoger agua. Casi nos perdimos antes de llegar a Cancienes, primer destino de los pasajeros, pues nos metimos por Illas y atravesamos hasta la carretera a Las Regueras que termina en Los Campos de Corvera.
Palacio de Valdés Salas y ostensible impacto visual del viaducto de la autovía a La Espina
Obras de la autovía en la Sierra de Bodenaya
Río Nonaya al paso por Salas, con los márgenes convertidos en un herbazal, cubierta arbórea talada y sustituida por zrezales raquíticas como la del primer plano
Río Nonaya arrastrando sedimentos de la obra de la autovía y con fango en los márgenes
Cascada del río Nonaya
Digitalis purpurea
Asphodelus albus
Helecho
Helecho
Rupícola sin identificar, sobre musgo
Umbílicus rupestris
Mariposa sobre hoja de castaño
Polygonatum multiflorum