Visita a COGERSA y a Libélula Huerta: un mundo mejor es posibleEstuvimos por COGERSA, el lugar donde termina nuestra basura, la de nuestras casas o la que dejamos cuando vamos al monte y la depositamos en un contenedor de cualquier pueblo asturiano. Recuerdo cuando fui hace muchos años y los camiones de la basura transitaban y la depositaban en el fondo de un valle hoy, docenas de metros más arriba, casi colmatado de residuos. Y l@s Asturias@s seguimos tirando nuestros desechos al cubo en nuestra casas, inconscientes de este proceso irreversible, a lo más que llegamos much@s es a una sensación casi placentera de que alguien nos haga el servicio de llevárnoslo de nuestra casa para ponerlo en la de tod@s.
Fuimos por el museo de COGERSA y una nevera nos dio la pista del camino a seguir. Con dos puertas, en una nos mostraba la alimentación de la sociedad occidental actual, toda llena de residuos de envoltorios de plástico que irán a la basura; en la de abajo se nos representó una fresquera de hace tan solo unos cincuenta años, donde los alimentos se depositaban en envases reutilizables, apenas se generaban residuos salvo los desechos producidos en la elaboración y el consumo de los alimentos, los cuales se pueden integrar en el medio ambiente tras su transformación en compost o abono orgánico.
La otra pista que se nos dio en COGERSA es que la nevera era todo un alegato a la conducta individual que deberíamos seguir, de minimizar o evitar generar más residuos no retornables y derivados del petróleo (plásticos), al hacerlo estamos consumiendo un recurso natural no renovable como es el petróleo.
Otro mensaje subliminal, a nivel colectivo, lo recibimos en estas instalaciones al comprobar que nuestra basura es aprovechable en su inmensa mayoría. Con nuestros residuos orgánicos se puede hacer compost y se puede separar la inmensa mayoría de nuestros plásticos, papel y vidrio. Mediante los puntos limpios se pueden separar otros tipos de residuos menos frecuentes pero muy peligrosos si se liberan en el ambiente, como son las pilas, los componentes electrónicos, aceites, etc. Con todo ello, los vertederos, inevitables en nuestra sociedad, apenas crecerían o lo harían a un ritmo muy inferior frente a la desmesura actual. Así no haría falta construir una incineradora como ahora nos proponen, lo cual tendría un grave impacto en el medio ambiente por los residuos extremadamente peligrosos que se producirían con la incineración (sólidos, líquidos y gaseosos), como las muy tóxicas y bioacumulativas dioxinas. Aprendemos así que, con la voluntad política necesaria, casi todo se puede reciclar, devolver o retornar, sin riesgo, al medio ambiente.
Junto a grandes aprendizajes hubo momentos más lúdicos, con juegos didácticos en el museo o la presentación de los halcones, de las especies jerifalte y sacre, empleados como aves de cetrería en el vertedero para ahuyentar a las gaviotas que luego ocupan las ciudades, cual acantilados marinos de cría, con sus nidos y las múltiples molestias generadas en los vecindarios.
En COGERSA no acababa la lección ambiental. Nos esperaba una segunda parte en el huerto ecológico “Libélula Huerta” de Susana, también compañera de nuestras rutas senderistas. Allí nos esperaba una deliciosa comida vegana, una comida sin ningún componente animal (carne o pescado) o sus derivados (huevos, lácteos, miel), debido a que el mantenimiento de granjas animales en el mundo exige un consumo considerablemente mayor de recursos naturales, terreno, energía y alimentos (para los animales) mucho mayor que en la agricultura o la producción de alimentos vegetales para consumo humano. Es la alimentación del futuro, o así debería serlo. Es la más respetuosa con el medio ambiente y evita algo fundamental: el sufrimiento animal derivado de los sacrificios o su explotación. Decir también que cubre todas las necesidades nutritivas y cuida más de la salud, al evitar las toxinas derivadas del metabolismo de los tejidos animales que pueden provocar determinados cánceres, enfermedades reumáticas, cardiovasculares, etc.
Posteriormente Susana nos enseñó su huerta, en la que lleva muchos años de experiencia y aprendizaje en la búsqueda de las técnicas más eficaces y los cultivos que mejor se adaptan y conviven con la tierra que cultiva, una verdadera labor de “escucha” y atención, muy al contrario que la agricultura industrial y el propio trato que much@s damos a nuestros cuerpos, donde se busca encajar como sea y forzar la tierra y nuestros organismos, así se atiborra la tierra de abonos, pesticidas, herbicidas, de medicamentos los cuerpos, sin casi tiempo para el descanso o la reflexión. Susana busca aliados naturales del entorno, genera variedad vegetal y animal, creando un ecosistema productivo, con refugios para insectos o cajas nido, animales que serán depredadores de posibles plagas, o combinando sabiamente asociaciones de cultivos resistentes que reducen las enfermedades. Allí nada se desperdicia, el compost de los residuos vegetales y los abonos orgánicos enriquecen la tierra, al contrario que la agricultura convencional que la agota y contamina los acuíferos. El propósito declarado de Susana es el legar una huerta a la posteridad, con todo su aprendizaje y legado, ser un eslabón más en un futuro de un planeta sostenible.
Vimos la transformación de un antiguo ocalital, un cultivo forestal que acidifica y erosiona la tierra, en tierra de cultivo. Al estar sobre una gran pendiente realizó bancales en el terreno con el fin de sujetar la tierra, todo un laborioso trabajo que contó con la ayuda de voluntari@s venid@s de varios continentes. Un ejemplo de huerta sin vallas, abierta como modelo de gestión sostenible de un espacio, para el aprendizaje de que otro mundo es posible y existe un futuro prometedor y factible fuera de los noticiarios cotidianos que nos hablan de crisis, desesperanza y crecimiento desquiciado y absurdo hacia ninguna parte.

Momento de la visita en COGERSA. En primer plano, pequeños cultivos realizados con compost de residuos orgánicos. Al fondo, espacio de vertedero restaurado

Momento de la comida vegana en Libélula Huerta

Asistiendo a la explicación de Susana sobre su huerta ecológica

La agricultura ecológica busca la salud de los cultivos a través de la combinación de diversas especies vegetales, tanto de cultivo como silvestres. Aquí se ve una buena muestra de ello, en un pequeño espacio aparece en un primer plano acelga roja junto a puerro y rúcula

Visita en el invernadero

Habitáculo en la huerta con maderas, tubos y ladrillos, ingeniado para que lo habiten insectos que pueden actuar como depredadores en la huerta