Por la magia de la texeda del SueveUna vez más, es justo agradecer al tiempo meteorológico su contribución como aliado en el éxito de nuestras salidas senderistas, a pesar de que se pronosticaba lluvias por la mañana, no pasó de un cielo cubierto y amenazante en un principio, participó en crear una temperatura y una atmósfera ideales para adentrarnos por el maravilloso espacio de la texeda del Sueve. Junto a la iglesia prerrománica de Santiago de Gobiendes nos esperaba Ignacio Abella, la persona que más conoce y aprecia la magia de este lugar y que más disfruta transmitiéndola y ganando adeptos por su pasión por los árboles y el bosque. Agradecer también la feliz idea de proponer esta salida a César, tan apasionado como Ignacio por otros seres fabulosos y alados, las aves, miembro fundador del Grupo d’Ornitoloxía Mavea. También a Silvino en su faceta de extraordinario relaciones públicas que ejerce de forma tan natural y cordial. Y, una vez más, a tod@s los que fuimos a la ruta y participamos en hacer un día más inolvidable.
Nos dirigimos al extremo occidental de Gobiendes y comenzamos ascendiendo las laderas del Sueve hacia nuestro objetivo. Ignacio nos amenizaba la subida enseñándonos el prau favorito de los gamos donde pastaban, el peculiar olor de la Polygala a salicilato de metilo, el componente principal del popular “Réflex”, etc. Según subíamos la niebla bajaba, lo que para alguien desconocedor del paraje sería un serio inconveniente, pues ya mucha gente se perdió por el Sueve, para nosotr@s fue una fortuna ese día pues contribuyó a crear una atmósfera especial que acentuaba el carácter fantástico de la biescona de texos.
El camino se pierde arriba de la ladera de pastizales, a través de una discreta collada se penetra en las inmediaciones de la texeda y por aquí hay una estrecha entrada de acceso entre una muria y una sebe. Pasamos junto a una especie de piscina de barro que hará las delicias de los jabalíes, como así atestiguan sus huellas. Poco más adelante los primeros texos. Ignacio dice que los texos están adaptados a crecer en los terrenos más agrestes, de afilados lapiaces calizos, donde los herbívoros no arriesgan introducirse, cuando los plantones son jóvenes no hallan más que la roca, sus hendiduras y resquicios donde logran enraizar, previamente los pájaros depositan las semillas digeridas en sus excrementos para que germinen. Cientos de años de laboratorio natural logran crear un suelo y un ecosistema únicos, capaces de albergar vetustos árboles de preciosa corteza roja y lento crecimiento, a razón de milímetro, o menos, al año. Cada árbol con su hiedra compañera, que trepa agarrándose a su tronco como en un abrazo, convirtiéndose más en algo simbiótico y en ninguna manera perjudicial para el árbol, como así dice Ignacio, lo acompaña en su vida, cuando él muere también la hiedra lo hace poco después, hasta entonces la hiedra ofrece al entorno el verdor que progresivamente pierde el texu, hasta sucumbir ambos, como en un ejemplo de amor anónimo y discreto.
Aquí tenemos la mayor texeda de Europa Occidental, con una extensión de unos 7 Km2. Su principal amenaza son los herbívoros y particularmente los gamos, especie foránea o alóctona introducida en 1960 para la caza y que impide su regeneración y sustitución de los árboles viejos por los jóvenes, originando el progresivo envejecimiento de la texeda. Ignacio habló de cómo los texos a escala mundial comenzaron su camino de especie amenazada, desde que se apreciaron las excepcionales cualidades de su madera especialmente densa y flexible, con la que se fabricaron los arcos más potentes conocidos, de dos metros de envergadura, capaces de destrozar en las guerras medievales caballerías y jinetes protegidos con las más gruesas corazas, así desapareció buena parte de los texos de Inglaterra. Más recientemente se intensificó la tala en bosques como los estadounidenses, para extraer el taxol, al descubrirse su poder anticancerígeno y utilizarse en quimioterapia, al principio se empleaba la corteza y se precisaba la tala del árbol entero, luego se evitaron las talas tras lograr extraer la sustancia de las hojas y poder entonces cultivarse y conseguir también su síntesis en laboratorio.
Vimos el impacto de los gamos en los árboles, con muchos troncos llenos de rebrotes, que nacen al causar heridas en la corteza, éstas estimulan las auxinas, las hormonas del crecimiento, motivando el múltiple rebrote en los troncos hasta la altura donde los gamos son capaces de llegar. Vimos un majestuoso texu caído, quizás con un temporal, nos mostraba todo su aparato radicular al aire, junto a las rocas que quedaron atrapadas entre las raíces, apreciamos la forma de propagarse las raíces, esencialmente a través de la horizontal del terreno, de forma superficial. A pesar de tener las raíces al aire el gran texu seguía vivo, Ignacio decía que para su vida las raíces no son tan esenciales, es más vital el aire, el agua, la humedad, los principales elementos con los que el texu crece y se alimenta. Aunque, así nos decía, el texu no desdeña los suelos enriquecidos y profundos, los aportes orgánicos, si así los encuentra, hacen su crecimiento y grosor más espléndidos, como los que se encuentran junto a las iglesias, contaba cómo en algunos sitios se veía claro cómo las raíces se orientan principalmente hacia donde están los aportes más nutritivos, como pueden ser los enterramientos humanos, texos que buscan el alimento de los muertos…
Nos dispusimos a comer al abrigo de la texeda, en el sitio César nos mostró el “taller” de un trepador azul, que aprovecha las rendijas de las ramas del texu para introducir avellanas y así poder trabajarlas y extraer su parte comestible, dejando el testigo de las cáscaras agujereadas. La contribución de César fue esencial para identificar todos los pájaros que se oían y veían por la zona y sus señales, los huecos dejados por los picos en los troncos buscando larvas, las huellas en el barro, las cáscaras de los huevos caídos, etc.
Salimos de la texeda, Ignacio nos llevó hacia una cresta de lapiaces donde allí decía que está naciendo un nuevo bosque, los texos jóvenes iban despuntando a través de las rocas, a modo de bonsáis, un proceso que dura decenas de años, hasta que logran formar, entre todos, un suelo y más lejanamente alcanzar a ser árboles de gran porte, algo que sólo culmina en éxito en uno entre un ciento de retoños que lo intentan.
Así que fue toda una gozada este día, Ignacio nos dejó una pincelada de su magia y con la sensación de que se dejó mucho más dentro, con las ganas para nuevos y deseados encuentros. Nunca sabremos expresar nuestro agradecimiento a la entrega, generosidad y sabiduría de Ignacio que aún se nos ofreció a guiarnos de nuevo por la texeda en otra ruta con nuevas perspectivas. Gracias.
Vaca con llamativas arrugas en la cara. Al fondo la rasa de Lluces, Llastres y Colunga
Ignacio explicando al grupo la "arquitectura" de los texos. Nos contó los avatares del texu de la foto durante su vida, posiblemente sufriera accidentes, desgajamientos, etc. que le obligase a este porte inclinado y retorcido que soporta enormes tensiones para mantenerse erguido sobre el terreno
Texu de gran porte arrancado del terreno, posiblemente por un temporal, las pocas raíces que le quedan le bastan para seguir vivo. Echó nuevos vástagos que crecen en vertical hacia la luz, la edad de ellos pone la fecha de cuándo ocurrió el accidente. Nótese las rocas atrapadas entre las raíces y su peculiar y predominante crecimiento de estas en horizontal, de ahí los grandes daños que se pueden causar a los texos cuando se realizan actuaciones urbanísticas a su alrededor en los que viven junto a pueblos e iglesias
Texu ya seco que posiblemente sucumbiera ahogado por la roca que no pudo partir en su crecimiento
Texu "bebé", aprovechó el resquicio de una roca para nacer, permanecerá durante decenas de años como un bonsai para, con mucha suerte, convertirse en un árbol de gran porte, no estaremos para verlo... A la derecha un gasterópodo o caracol que, según Ignacio, puede alimentarse de sus hojas
"Taller" de trepador azul
Ophrys apifera, llamativa orquídea. A su lado un
Ranunculus amarillo
Tomillo serpol
Thymus serpyllum, aromática muy habitual de los roquedos calizos
Flor de
PinguiculaEl grupo al completo